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Policía Judicial y además Secuestrador. ¿Será?
Por Emilio Pineda
Una víctima más de la industria del secuestro, pero esta no es una víctima cualquiera. Se trata del hijo de un importante empresario de la Ciudad de México. Lástima que sólo cuando secuestran y asesinan a alguien “importante”, de pronto nuestras autoridades capitalinas y federales se acuerdan que en México hay crimen organizado y desorganizado. Lástima que padecemos más los que no somos “importantes” ya que regularmente no tenemos para pagar escoltas, autos blindados y sólo nos podemos limitar a otear con temor a nuestro alrededor para ver quién atentará contra nosotros hoy.
Fernando Martí, joven de 14 años de edad fue encontrado muerto en un automóvil en la Delegación Coyoacán. Su padre, Alejandro Martí, es un importante empresario de la Ciudad de México, dueño de la cadena de tiendas deportivas Martí, y es por ello que todos los actores políticos levantaron la voz con solemne tono de indignación: La Comisión Permanente en la Cámara de Diputados condenó (nunca he sabido qué significa este verbo político) el homicidio; el tocayo priísta Emilio Gamboa Patrón pidió “cadena perpetua para los secuestradores”. El carnal Marcelo, quien dice ser el jefe de gobierno de esta desgobernada ciudad señaló valiente y enfático: “…un caso de secuestro es suficiente para que nos avoquemos, nos dediquemos, nos preocupemos y lo resolvamos, y tenemos que hacerles un frente común".
Además, y para no perder la costumbre, parece que hay policías involucrados en el secuestro. ¿Será? No lo puedo creer. A este pobre muchacho lo secuestraron justo en el momento en que era detenido, junto con su chofer y su escolta, en un aparente retén de la AFI en la delegación Benito Juárez.
De ahí resultaron ya detenidos y arraigados (que rápidos ¿no?) como probables responsables de este secuestro y asesinato al comandante de la Judicial (¡uy!), José Luis Romero Ángel, adscrito al Aeropuerto del DF, y a Marco Antonio Moreno Jiménez, al parecer este último un AFI. Ya se habla de una banda se secuestradores conocida como “La Flor” y que es experta en tácticas policiales y que lleva trabajando 2 años en esto.
Quisiera entonces plantear al aire, ya que ninguna autoridad estará lista para contestar, lo siguiente: ¿Cómo es que se conoce el nombre de una banda de secuestradores, su zona de operaciones y hasta la antigüedad de la misma y no se hizo nada para detenerlos? ¿Alguien se hace de la vista gorda o del bolsillo gordo? ¿Cómo es posible que se siga castigando con algunos añitos de cárcel, suspensión y un jalón de orejas a policías secuestradores y homicidas, cuando su misión es proteger y defender a la ciudadanía? Hasta donde yo sé México está compuesto por territorio, gobierno y población; si estos señores “policías” agreden a quienes tienen el encargo de cuidar, entonces son genuinos y flagrantes traidores a la patria, no quien usa la bandera en la portada de su disco de mariachi, o la usa de calzones (perdón si el extremismo hiere a alguien, pero a mí me hiere más el secuestro de un mexicano). ¿Cómo puede un grupo de maleantes hacerse pasar como retén policiaco impunemente, a la luz del día, en cualquier calle de la Ciudad de México?. Les apuesto a que si yo hago eso con unos amigos, inmediatamente soy detenido, así que no se hagan los estúpidos señores gobernantes y admitan que ustedes forman una cadena de cómplices o de retrasados mentales… ustedes escojan. ¿Por qué la gente busca declarar ante los medios de comunicación cuando la víctima del delito es un político o alguien con mucho dinero? ¿Por qué nadie levanta la voz cuando una chica es agredida o violada en Iztapalapa, cuando una enfermera sale de su turno nocturno y es asaltada en el pesero, cuando el secuestro es para el hijo del dueño de una tienda de abarrotes en Vallejo? ¿Dónde está la izquierda quesque heróica que sólo levanta la voz cuando le conviene? ¿Dónde está la derecha moralina que sólo se asusta con temas sexuales y la inmoralidad de funcionarios corruptos no les quita el sueño?
¿Un solo caso de secuestro señor Ebrard? En el momento en que escribo estas líneas, y que tú, amigo lector, las revisas, alguien está siendo “levantado” por una banda de maleantes, alguien pierde la vida defendiendo su patrimonio, alguien es víctima de la delincuencia organizada, o de la que no se organiza, pero que daña en lo más profundo de nosotros.
¿Dejarías tú, querido lector, que un policía judicial vaya a tu casa a realizar una “averiguación”? ¿Has recibido una amable atención de un policía cuando le pides ayuda o denuncias un delito? ¡Ah pero qué tal están para levantarte esa infracción por el “hoy no circula”! ¡Qué veloces son las grúas “seguras” privatizadas en la obscuridad de la corrupción del GDF! Para llevarse tu coche, levantarte la infracción o pedirte dinero para cualquier trámite, las autoridades son más veloces que Roberto Madrazo en un maratón. Es verdad que la cultura de la denuncia no ha crecido, lo que ocurre es que la cultura de la represalia y complicidad ocupa demasiado espacio.
No es contra la familia Martí. A ellos envío mis más sinceras condolencias y el deseo de que el tiempo les ayude a superar este impacto brutal; aunque sé que esto nunca se supera del todo y deja marcas imborrables. Lamento que sean un número más en la lista del próximo informe de inseguridad. Para el jefe policiaco son una cifra, sin embargo, nada reemplazará a su hijo perdido. No es contra la familia Martí, es contra quien esconde el garrote cobardemente tras la placa de la autoridad. Es contra los hipócritas que se acuerdan de la seguridad cuando les tocan a alguien cercano.
¿Un solo caso? Ojalá también podamos escuchar a los flamantes diputados y a todas las “divas” (hablo de mujeres y hombres) de la política indignarse, rasgarse las vestiduras, llorar amargamente en su BMW al lado de la amante en turno, “condenar” con firmeza, cuando las víctimas seamos los no “importantes”.
Perdonen el enojo.
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