lunes, 28 de junio de 2010

MEMORIAS DE UN “KEYBOARD HERO”



EPISODIO 01
EL ENCUENTRO CON LA MUSICA
Por Emilio Pineda

Mientras escribo estas primeras líneas escucho en mis audífonos la “Canción de Invierno” de Silvio Rodríguez. Siempre me ha parecido que el cantautor cubano tiene esa habilidad de jugar con las emociones y con el intelecto al mismo tiempo; procurándome ternura y melancolía en su combinación de versos y armonías. Y aunque la Trova Cubana no fue la primera música de la que me enamoré, sí influyó en forma importante en la consolidación de este amor. Silvio me trae inevitablemente el recuerdo de la casa de Morelos que construyó mi padre y en la que viví, cada fin de semana, mi adolescencia, juventud y adultez universitaria. En la que aprendí y practiqué tradiciones familiares con las que no siempre simpatizaba.

¿Cuándo me enamoré de la música? No tengo claridad en la fecha exacta pero sí en las circunstancias: Resulta que después de muchos años de trabajo, a mi padre le llegaron las vacas gordas como funcionario de gobierno. Fue difícil pues éramos 8 hijos y él fue ascendiendo poco a poco dentro de su carrera como maestro. Mis hermanas mayores vivieron más de cerca este cambio y en realidad cuando yo nací ya estaba instalada cierta comodidad en la familia. Así pues a mi papá le ocurrió la coincidencia de nacer el 2 de febrero, día de la Candelaria, fecha de mucha tradición religiosa en México. Bueno, tal vez fue la “tamaliza” de la Candelaria, tal vez el cumpleaños del “jefazo” o simplemente el hecho de que los mexicanos somo harto fiesteros, cada 2 de febrero mi casa se inundaba de gente, comida y... así es... música.

Dado que mi padre tenía gran influencia en las escuelas secundarias del país, de todos esos rincones llegaban a la casa estudiantinas, mariachis, grupos folklóricos, tríos románticos, trovadores, declamadores, marimberos y un sinnúmero de artistas escolares, amateurs y profesionales. No exagero si afirmo que durante casi una década las fiestas duraban tres días enteritos, ya que el desfile de subordinados, amigos genuinos y conocidos convenencieros era casi interminable. Mi madre y mi hermanas hacían de anfitrionas, edecanes, cocineras, meseras, jefas de relaciones públicas, coristas, bailarinas y hasta sacaborrachos cuidadosas, ya que el beodo en cuestión podría ser un alto funcionario del Sistema Educativo Mexicano y había que ponerlo de patitas en la calle pero elegantemente.

Hice conciencia clara de este ritual onomástico casi cuando estaba estudiando la primaria. Mis oidos infantiles se llenaron de música guerrerense, abundante por cierto ya que mis padres y mis hermanas nacieron en ese estado de la República. Pero también tuve oportunidad de escuchar melodías del norte, centro y sur del país. Tenía, sin saberlo, la oportunidad de viajar por todo México a través de su música. Debo decir que en general todo me gustaba, aunque al alcanzar la adolescencia mi oído se afinó y ya pude emitir algunos juicios sobre lo que escuchaba: los mariachis se me hacían demasiado ruidosos, algunos tríos me parecían cursis y ciertos trovadores gritaban mucho cuando el alcohol les templaba la garganta. También me parecía admirable todo aquél músico que era capaz de pegarle a una marimba, a tañer las cuerdas de un arpa o ejecutar con virtuosismo la guitarra. Hasta ahí todo iba bien. Yo era un espectador con algunas herramientas para emitir opiniones pero un espectador más finalmente.

Creo que el impacto ocurrió cuando en uno de esos cumpleaños, por la mañana, llegó del Estado de México un director de una escuela secundaria quien trajo a mi padre como regalo la interpretación del grupo de música folklórica latinoamericana del plantel que dirigía. Supongo que no eran más de 7 integrantes, todos con el uniforme escolar y todos de mi edad. Quizás eso fue lo que me impresionó, ya que en el momento que iniciaron las canciones, pude ver que todos, muchachos y muchachas, eran realmente muy buenos músicos... ¡y tenían mi edad! Cada canción los obligaba a intercambiar curiosos instrumentos de alhiento, cuerda y percusión. Cada canción venía impregnada además de gritos de júbilo, invitación al público (o sea mi familia y maestros asistentes) a participar con plamas y coros. Cada canción era una fiesta.

Mi padre disfrutaba realmente estos momentos y siempre buscaba inmortalizarlos. Ya para ese año, tal vez 1978 ó 1979, teníamos en la familia una grabadora de cassettes que se usó para grabar a este grupo. Nadie más buscó la cinta para recerar el momento excepto yo. Escuchaba con insistencia las canciones y me preguntaba dónde podría oír más de esa música: El Carnavalito, El Pájaro Campana, El Cóndor Pasa, el Pájaro Chogüí. Dos hermanas mías intervinieron entonces: Patricia me enseñó que en la fonoteca de mi papá había discos de grupos como Inti Illimani y Los Calchakis los cuales me encantaron enseguida; y mi hermana Rebeca me enseñó mis primeros acordes de guitarra... específicamente el “círculo de Do”: Do mayor – La menor - Re menor – Sol 7. Ustedes lo conocen porque con ese círculo se interpretan un gran número de boleros románticos (si persiste la duda consulte a su músico más cercano).

Un recuerdo hermoso de mi madre, que ahora compartiré con ustedes, es sin lugar a dudas su habilidad para cantar con sentimiento pero sobre todo con una gran afinación. Ella, sin haber estudiado armonía o alguna de estas materias musicales tenía la gran facilidad de contruír segundas o terceras voces a los cantantes principales. Así podía unírsele a cualquier intérprete profesional en esas fiestas monumentales y poner la armonía que embellecía los boleros que ella disfrutaba y que le traían recuerdos de su juventud y de su pueblo. Yo la escuchaba embelesado sin saber muy bien cómo lograba eso, pero no había duda en que el resultado se oía hermoso. Moría de ganas por aprender su técnica, que ciertamente era de oído puro. Mi madre daba con las notas con una naturalidad increible y no importaba el tono. Doña Ofelia, mi madre, formaba espontáneamente el dueto o el trío, se llevaba cascadas de aplausos y luego volvía a su actitud discreta y tranquila de co-anfitriona.

El siguiente paso empezó a cerrar el círculo virtuoso: Dado que la casa que tenían mis padres se encontraba en Yautepec, Morelos, visitábamos con frecuencia Tepozlán. Ahí me topé un día con un vendedor de instrumentos latinoamericanos de alhiento hechos con bambú. Conocí la Kena, los Sikus, el Rondador, las Zampoñas y poco a poco los fui coleccionando al mismo tiempo que aprendiendo a tocarlos. Cabe decir que más de una vez caí en las garras de charlatanes que me vendieron instrumentos que no eran tales sino que simplemente eran artículos para el turista ya que estaban mal hechos y desafinados. Fui aprendiendo.

Así empecé a volar. Con mis instrumentos y con mis discos. De puro oído. Intentaba imitar con la guitarra o con los otros instrumentos los sonidos que salían del “estéreo” de discos de acetato. Poco a poco pasé de la frustración a ciertos logros. Poco a poco conseguía que mi familia se hartara de escuchar la misma pieza musical, y hasta el mismo fragmento, una y otra vez. Poco a poco.

¿Era yo un músico? No lo creo. Era un estudiante de la secundaria y eso sí, buscaba la posibilidad de armar un grupo de folklor en mi plantel, nunca lo conseguí. Sin embargo era yo tal vez el único alumno que le ponía atención al maestro de música. Porque me estaba enseñando a leer las notas del pentagrama y traducirlas en el chillante sonido de la flauta Yamaha. Podía darme cuenta de que la clase de música me gustaba mucho más que a la mayoría de mis compañeros. Pero la música se volvería una pasión más allá de un simple hobby. Ya les iré platicando.

Sólo como último comentario les diré que a veces no sabemos con exactitud qué nos puede influir a tomar una decisión de vida o de profesión. Pero siempre es mejor, por las dudas, estar expuesto a cosas bellas.

Cualquier comentario: emilio@epiproducciones.com

lunes, 31 de mayo de 2010

Bitácora PyME: El Valor de Pertenecer


Por Emilio Pineda


Sin lugar a dudas uno de los males que nos aqueja a los PyMEmpresarios de México es que, no sé por qué diantres, nos gusta hacer las cosas solos. No sé si es cultural, lo aprendimos en algún momento de nuestra Historia Patria, o algo así, pero se nos dificulta mucho trabajar en equipo. Hay miles de análisis, algunos profesionales, otros un tanto charlatanes, que llegan a la conclusión de que por eso, como país, logramos algunas medallas en el deporte internacional cuando se trata de disciplinas individuales y nomás no la hacemos cuando se trata de deportes de equipo. Bueno, ni hablar de nuestra Selección Nacional de futbol a la que siempre cargamos de todas las esperanzas y nos devuelve desilusiones. Como sociedad también vemos diariamente esta lucha de individualidades en la que la colectividad sencillamente no existe. Siempre hay alguien que se quiere meter en la fila, el coche que toma el acotamiento de la carretera para librarse del embotellamiento de quienes vienen correctamente en su carril. Seguramente podríamos gastar cuartillas y cuartillas de texto y no terminaríamos de encontrar ejemplos en que los mexicanos levantamos el estandarte del “yo voy primero y que los demás se jodan”.


Las grandes empresas se han movido bajo este esquema también y podemos encontrar en muchos ámbitos grandes marcas que han buscado permanecer como predominantes en su ramo sin importarles que caigan en prácticas monopólicas. Que al fin y al cabo tienen el poder de mover unas cositas aquí y allá en las leyes o en la política y el monopolio queda disfrazado. ¿Acaso México no tiene al empresario más rico de mundo? Ése que proclama ser patriota y trabajar por México, pero cuando parece que se abren las leyes a la libre competencia se enoja y amenaza con llevarse su dinero a otra parte. Ése al cual tú le das dinero diariamente porque seguramente consumes algunos de sus servicios o compras en alguna de sus tiendas. Al fin y al cabo, “Todo México es Territorio Slim”. Y no estoy censurando la posibilidad de ser muy exitoso como empresario. Lo que critico es que no todos compiten con igualdad de oportunidades.


Bueno, pues mientras México se encuentra actualmente en el lugar número 60 en competitividad mundial (http://www.mexicomaxico.org/Voto/Competitividad2.htm), los PyMEmpresarios, los que representamos el 70% de la economía nacional, los que hemos creado nuestro negocio más con intuición que con capacitación, los verdaderos generadores de empleos, los que vivimos una tasa de mortandad del 80% en los dos primeros años de haber arrancado la empresa, los que enfrentamos la mayoría de las dificultades para crecer, seguimos jugando al “Llanero Solitito”, pensando que con sólo “echarle ganas” y teniendo dinero suficiente saldremos adelante.


Lo cierto es que hoy en día las empresas grandes y las muy pequeñas requieren muchos elementos que formen un círculo virtuoso, que fomenten primero la sobrevicencia y luego el crecimiento. Uno de ellos es nercesariamente el establecer relaciones positivas y productivas con clientes, socios, proveedores, aliados, asesores, etc. Hoy les platicaré rápidamente una experiencia recientemente vivida:


Acudí en días pasados al Social Networking que organiza mensualmente Eduardo Ruiz Healy en la Hacienda de los Morales en la Ciudad de México. Realmente no importa de quién se trate, la verdad es que nunca había acudido a uno, aunque ya había oído hablar de este tipo de eventos. Ruiz Healy lo definió de un modo muy claro: “es como una fiesta de solteros en la que acuden empresas a conocerse”. El slogan del evento y de la empresa organizadora, de la cual Eduardo es socio capitalista por cierto, reza algo así como “donde los negocios nacen de las relaciones”. Debo señalar que la verdad me dolían un poco los $500.00 pesos por persona que se tenían que pagar para asistir, pero recordé aquélla frase de “quien poco invierte, poco gana”. Pensé que si no soy capaz de intentar nuevas fórmulas, aunque éstas tengan un costo, entonces mi negocio no merece crecer. Así que preparé mi dinero, me eché a la bolsa del saco una buena cantidad de tarjeras de presentación de EPI Producciones y acudí al evento.


Al llegar me fui acomodando en el lugar junto con muchos otros empresarios asistentes. El salón se encontraba decorado en una forma sencilla. Muy pocas mesitas redondas y pequeñas se encontraban distribuidas en el área y no había ni una silla. Eduardo Ruiz Healy arrancó el evento puntualmente y nos dio las instrucciones para participar en la dinámica. Dijo “éste no es un evento social, vienen a hacer negocios, esto es trabajo, así que... ¡a trabajar!. Sonó un platillo como de una batería y el lugar se convirtió en una verdadera romería. Se trataba que en un lapso de tiempo corto yo presentara mis servicios al otro empresario encontrado al azar y luego escuchar la presentación de él. Una vez transurrido ese tiempo el platillo sonaba y todos estábamos obligados a cambiar de pareja empresarial para iniciar las presentaciones de ida y vuelta una vez más. Se trataba de entregar y recibir el mayor número de tarjetas posibles. El objetivo: encontrar clientes, socios, inversionistas, proveedores, asesores o simplemente amistades productivas.


Las voces sonaban a todo volumen. Yo podía observar cómo todos estábamos tranformados en vendedores. Todos siempre amables, simpáticos, resaltando el valor de nuestro producto o servicio. Unos preparados, otros improvisando. Unos con gran seguridad, otros un tanto nerviosos. Unos muy elegantes, otros con gran personalidad. Todos coicidimos en la voluntad de tener apertura para conocer, en seguridad para exponer y en la humildad para escuchar. En la intuición de diagnosticar si la charla que llevábamos nos llevaría a algo bueno o tendríamos que probar en el siguiente turno. En cuanto a mi ganancia personal sólo resumiré que salí con más de 20 tarjetas de presentación de gente realmente interesada en mis servicios y ahora, en la segunda parte, la más importante, doy seguimiento telefónico a esas personas con la finalidad de crear algunas alianzas y cerrar algiunas ventas.


Pero lo que qiuero compartirte con esta experiencia, querido lector, es la sensación grata que me quedó después del evento. La sensación de que con apertura y haciendo equipo con el talento de otros podré ver a mi negocio en mejores puertos. Robert Kiyosaki decía: “si tú eres la persona más inteligente de tu negocio, entonces tienes problemas”. Los PyMEmpresarios mexicanos tenemos que abandonar esa ideología de “yo las puedo todas” y empezar a pensar en equipo, en comunidad.


Señalaba yo hace un momento que no importa quién es la empresa organizadora del Social Networking ni quiénes son sus convocantes, eso es realmente lo de menos. Lo cierto es que acudir a éste tipo de eventos, o hasta organizar uno propio, nos puede refrescar las ideas y encontrar el camino que andamos buscando. Tal vez otro ya lo está recorriendo y está en disposición de compartir el mapa con nosotros. Enrique Gómez Gordillo, excelente conferenciante mexicano, aconseja siempre: “pertenece a una comunidad de empresarios, pertenece a la cámara de comercio de tu ramo, entra o haz club de empresarios”


La verdad es que en México tenemos pocas opciones porque aún no hemos formado esa cultura, sin embargo existen: No dejemos de acudir a los eventos que gobiernos y particulares organizan para las PyMEs. Siempre armémonos con una gran cantidad de tarjetas de presentación y hablemos con todos las personas que nos encontremos en dichos eventos. Acudamos a Networkings, organicemos los nuestros, participemos o hagamos redes de negocios; no dejemos de capacitarnos y leamos cuanto material esté a nuestro alcance. Investiga si en tu ciudad hay una Cámara de Comercio, alguna Red Empresarial, algún Instituto PyME. No estoy seguro si Einstein dijo esto pero en fin: “...las cosas hechas de la misma forma siempre generan los mismos resultados ¿Quieres resultados diferentes? Empieza por hacer las cosas de otro modo”


Hoy le urge a México salir del círculo vicioso en el que se encuentra y no podremos lograrlo si seguimos pensando igual. Ningún gobierno, ningún presidente, ningún político o predicador va a cambiar las cosas, de hecho, porque las cosas no cambian ellos están cómodos. Nuestra tarea sólo la podemos hacer nosotros y sólo nosotros debemos hacerla. Hay que pensar en comunidad, en equipo, en la posibilidad de que el otro puede aportarme lo que yo no he podido generar y quizás el otro necesita lo que yo sé o lo que yo hago. Gritar ¡Viva México!, es inútil y ocioso si después del grito no voy a la acción. Nuestros gobernantes quieren que nos enorgullezcamos de nuestro pasado buscando tapar las cosas presentes que nos avergüenzan. Se trata de fortalecernos en conjunto, se trata de crecer en comunidad. Si crece uno solo no sirve de nada.. ¿O a tí te sirve de algo que Slim, el hombre más rico del mundo, sea mexicano? Otros países han entendido el valor de trabajar en equipo. Entendamos de una vez por todas el valor de pertenecer.


Cualquier sugerencia, reclamo o idea constructiva compartámosla en emilio@epiproducciones.com

lunes, 17 de mayo de 2010

EVENTOS PYME: MUCHO RUIDO... ¿Y LAS NUECES?


Bitácora PyME

Por Emilio Pineda

La idea empezó en el sexenio del entonces presidente Vicente Fox: La política gubernamental panista intentaba insertarse en el ritmo internacional de apoyo a las Pequeñas y Medianas Empresas. Así, coordinado por la Secretaría de Economía, el proyecto se llamaba "Semana PyME" y buscaba en un principio juntar en algún centro de negocios a muchas pequeñas y medianas empresas que pudieran ofrecer sus productos y servicios a los visitantes. Conforme avanzaron los años la Semana PyME fue madurando y modificando su configuración. Ahora se pretende que este evento, de una semana de duración, reúna asesores, instituciones bancarias, incubadoras, aceleradoras de negocios, empresas oferentes de productos y servicios, y sobre todo que permita a los visitantes escuchar conferencias de calidad impartidas por expertos en distintas especialidades de empresas y negocios. La Semana PyME, desde hace ya más de tres años, se ha realizado durante los primeros días de noviembre. La edición 2009, la más reciente, reportó una afluencia de más de 100 mil personas durante toda la semana. Debo comentarte querido lector que he tenido la oportunidad de vivir desde adentro este evento, ya que desde 2006 he participado como expositor con stand y en noviembre pasado impartí también una conferencia relacionada con las PyMES y la Tecnología. Una buena idea... pero...

La enorme cantidad de visitantes ha logrado que muchas autoridades se den cuenta que este tipo de eventos son muy demandados por parte del público. Esto ha dado como resultado "Semanas PyME" regionales organizadas en diversas fechas del año, en distintas zonas del país. También existe ahora una "Expo Compras de Gobierno" (http://www.comprasdegobierno.economia.gob.mx/2010/web/index.html) organizada también por la Secretaría de Economía, del 20 al 23 de abril de 2010 en el Centro Bancomer de Santa Fe; así como una expo "PyMES en Crecimiento" (http://www.pymesencrecimiento.com/) realizada por la Secretaría de Desarrollo Económico del Gobierno del Distrito Federal, del 13 al 15 de mayo de 2010 en Expo Reforma. A estos eventos acudí como visitante y quiero relatarte mi experiencia en ambos:

EXPO COMPRAS DE GOBIERNO 2010:

Los spots de radio anunciaban pomposamente que el Gobierno Federal es el principal comprador de productos y servicios en México y ahora las PyMES, como la mía, podían venderle al gobierno. Acudí el miércoles 21 al Centro Bancomer muy temprano y me encontré con una exposición modesta en comparación a la Semana PyME, la cual ocupa siempre las tres enormes salas del Centro Banamex. El salón de este centro de exposiciones en Santa Fe podría representar una tercera o cuarta parte de lo que ocurre allá por el Hipódromo de Las Américas. Lo que a primera vista me gustó es que en una sala podía ver juntas a diversas dependencias e instituciones gubernamentales tales como Presidencia de la República, la Comisión Federal de Electricidad, PEMEX, la Secretaría de la Defensa Nacional, Aeropuertos y Servicios Auxiliares, la Procuraduría General de la República, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, sólo por mencionar algunas. En realidad es que mi sensación era que todas las dependencias federales estaban ahí, aparentemente no faltaba ninguna. Inicié mi recorrido en modo de explorador. Caminando por los pasillos, observando sin detenerme y tomando nota de qué stands valdrían la pena ser visitados posteriormente. Yo ya he tenido la experiencia de venderle al Gobierno Federal y gobiernos delegacionales del Distrito Federal, y debo comentar que es un verdadero infierno (ya detallaré estas experiencias en artículos futuros), así que mi curiosidad se enfocaba en saber si realmente ahora cualquier mortal, como yo, podría venderle fácilmente al gobierno.

Mientras decidia qué stands visitar, me detuve un momento en la conferencia que impartía Enrique Gómez Gordillo, experto en mercadotecnia y ventas, quien además siempre viste de una atmósfera de buen humor a sus pláticas. Es un conferenciante que no puede faltar en los eventos de la Secretaría de Economía y siempre cuenta con una gran cantidad de personas que ansían verlo y escucharlo. Aquí su sitio: (http://www.maspoderdeventas.com). Bueno, cuando llegaba yo al auditorio Enrique preguntaba quiénes de los asistentes no le habían vendido aún algo al gobierno. Las manos levantadas mostraban una abrumadora mayoría. Después preguntó quién ya le había vendido algo al gobierno y las manos, pocas, muy pocas, se levantaron. Enrique advirtió en medio de rostros desilusionados que el venderle al gobierno era una meta a largo plazo y que implicaba un gran esfuerzo. "Así que quien vino a esta expo pensando que aquí va a resolver su problema económico en forma inmediata, háganse a la idea que será muy difícil lograrlo". Yo asentía recordando mis propias experiencias al venderle mis servicios al gobierno, la pesadilla que había sido y las toneladas de trámites que tuve que realizar. Bueno, pero también pensé que si el gobierno estaba haciendo el esfuerzo de hacer esta expo, supongo que también habría facilitado la forma de venderle mis servicios. Así que fuí y visité los stand que más me interesaron. Aquí los resultados:

El stand de PEMEX era el más visitado. Había filas que rodeban varios pasillos. Supongo que todos pensamos que PEMEX tiene mucho dinero y nada le cuesta comprarnos algo... ¡ja! En la SEDENA me pidieron mi tarjeta y me dijeron que turnarían mis datos al área correspondiente (cuando escucho "área correspondiente" me suena al bote de basura). Esto mismo ocurrió en CONACULTA, SEMAR y PGR. En la Secretaría de Turismo me recomendaron mucho que hablara con un funcionario que nunca se presentó. Yo ya le había vendido servicios a la Presidencia de la República de 2001 a 2008 y me acerqué a su stand para ver si retomaba esa relación. Mi sorpresa fue mayúscula al descubrir que la persona encargada de dar la información era un funcionario del área de Adquisiciones el cual puso todas las trabas posibles en mis procesos de licitación de ese entonces. Es decir, pusieron al verdugo a dar informes de derechos humanos. Para resumir: me inscribí en 4 padrones de proveedores (cada dependencia tiene el suyo) y me traje 3 solicitudes más. Aeropuertos y Servicios Auxiliares, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y la Secretaría de Salud, me dieron datos concretos de teléfonos, extensiones y nombres de los funcionarios con los que podría concertar citas de presentación de mis servicios posteriormente a la finalización de la expo. Me retiré un poco insatisfecho pero decidido a hacer citas con las personas que recomendaron visitar, al fin que ya tenía el dato concreto.

Como te podrás imaginar, la siguiente semana hice las llamadas correspondientes con la sorpresa de que todo lo que recibí fueron portazos en la bariz propinados por secretarias que no me dejaron hablar, bajo ningún concepto, con el funcionario en cuestión. "El licenciado no está enterado", "tal vez le dieron mal el dato", "esta área sí ve eso pero el licenciado no sabe quién es usted". "ya sé que es del evento ese PyME, pero el licenciado nunca fue... nosotros seguimos otros procedimientos..." Así, acabó el sueño guajiro de venderle al gobierno con transparencia y por la derecha...

PYMES EN CRECIMIENTO:

El 13 de mayo visité esta expo que viene siendo el equivalente a la Semana PyME, pero en este caso organizada por el Gobierno del Distrito Federal. "Es la expo PyME de Marcelo" me dijo alguien involucrado con el evento. Llegué por la tarde a Expo Reforma, un enorme edificio de tres plantas, propiedad de la Cámara de Comercio de la Ciudad de México. La organización me parecía un poco caótica y pronto entendí la lógica de los stands: en la planta baja estaban las áreas de fomento económico y apoyo a PyMES de cada delegación del DF, en la primera planta estaban los asesores, incubadoras, financiamientos, bancos y solucionadores; finalmente la última planta contenía a PyMES que ofrecían sus servicios y productos al público en general. ¿Quieren un análisis rápido? Va:

En la primera planta vi stands sin decorar, blancos, fríos. Finalmente son los empleados de las delegaciones del DF que fueron a fuerzas a repartir folletos y dar información incompleta al público. ¿Y saben qué? Se les notaba. La burocracia se respiraba en el ambiente y, como siempre, para cualquier cosa que se necesitara había una solicitud y/o formulario que había que llenar para esperar, quién sabe para cuando, una "pronta" respuesta.

En la primera planta se lograba sentir más la sesación de que en los stands había ganas de hacer negocios... bueno... en algunos. En el stand de una financiera, cada vez que yo preguntaba algo, parecía que interrumpía imprudentemente el estado zen del cuate que estaba ahí. Me dio informes escuetos y yo tuve que tomar un folleto porque el zensei no se molestó ni en dármelo (¡Uy, cuántas ganas de hacer negocios! Mejor ni invertir en ese cuate. Ni lo hubieran mandado). Por supuesto los bancos en todo momento me quisieron convencer de que les tomara un crédito o financiamiento para mi PyME a muy bajas ta$$$as de interés. Saqué mi collar de ajos, mi crucifijo y me alejé de ellos.

En la segunda planta estaban los que querían generar ventas de sus productos exhibidos. Muchas de las PyMES que tenían su stand ahí habían sido elegidas un poco arbitrariamente por el GDF y provenían de las áreas de fomento económico de las delegaciones. ¿Qué ofrecían? Adivinen. ¡Sí! Lo que a nadie se le había ocurrido: Artesanías, joyería, alimentos típicos, aromaterapia... lo mismo que encuentras entre los puesteros de Coyoacán. Es triste pero ningún organismo gubernamental de apoyo a PyMES promueve la creatividad ni la innovación. Por lo tanto muchísmas PyMES mexicanas hacen artesanías, joyas, ropa y alimentos. No estoy menospreciando, pero una ley de mercado dice que entre más vendamos los mismo, menos participación de mercado nos tocará porque tendremos mucha competencia. Sólo el que se logre diferenciar tendrá éxito.

La verdad, después de asistir a estos eventos, me queda la amarga sensación de que los organismos gubernamentales no saben cómo fomentar a las PyMES. No entienden lo que los emprendedores necesitan. Y es lógico, porque el director del área correspondiente es un burócrata que jamás ha arriesgado un peso y que por supuesto no ha generado ni un centavo de riqueza por sí mismo. Por ello no entiende el ámbito de negocios de las PyMES. Las compras del gobierno siguen siendo un mito que encubre los verdaderos "tratos" entre funcionarios que piden su "tajada" a los proveedores y compras a veces mal planeadas.

Nos han vendido un mito en el ámbito de las PyMES y con ello no quiero decir que este medio esté perdido o que haya fracasado. Hay muchísimas historias de éxito dentro de las PyMES, pero al analizarlas muy de cerca, en muchos de los casos son autodidactas. En México hay que buscar la información y armarla nosotros mismos. No quiero decir que no vale la pena asistir a los eventos PyME, lo que quiero resaltar es que no podremos esperar que los demás nos muestren el camino. Lamentable o afortunadamente el mapa lo podemos trazar nosotros mismos, sólo hay que buscar las piezas valiosas debajo de mucha, mucha paja. Mucho ruido... ¿y las nueces? Las nueces están ahí, sólo debemos aprender a mirar.

Aquí un libro que te recomiendo:

"OBVIO. Todo lo que ya debería saber sobre los negocios"

James Dale
ED: Empresa Activa

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