martes, 4 de mayo de 2010

¿Quién Realmente es Pirata?


Por Emilio Pineda

Recientemente se ha intensificado en el mundo la discusión sobre si se deben crear herramientas legales que garanticen con mayor rigor la protección de los derechos de los autores. El aumento de la piratería ha puesto en jaque a industrias que facturan miles de millones de dólares anualmente. La evolución de la tecnología ha permitido que cada vez más gente tenga la oportunidad no sólo de intercambiar archivos de música, libros en formato digital, fotografías, juegos, programas de computación o películas, sino también de hacerlo con toda la calidad que ofrece cualquier formato profesional. Anteriormente teníamos la certeza de que al comprar una película pirata, por ejemplo, estábamos comprando un filme mal grabado, con deficiencias en la imagen y con un sonido horroroso. Hoy en día, cualquier producto adquirido en el mercado pirata tiene un 90% de posibilidades de conservar la gran calidad de su original.

En un reporte emitido el año 2009, The Congressional International Anti-Piracy Caucus, señalaba a México como uno de los cinco países con mayor crecimiento en las prácticas de piratería (http://schiff.house.gov/antipiracycaucus/news.html). Los otros cuatro países son: China, Rusia, Canadá y España. Esta entidad es una comisión encargada, dentro del Congreso de los Estados Unidos, a la observación y combate a la piratería a nivel internacional. El reporte detallado de estos países, su conducta dentro de la piratería y el incremento de estas prácticas está al alcande del público en el siguiente enlace: http://schiff.house.gov/antipiracycaucus/pdf/IAPC_2009_Watch_List.pdf

En el apartado de México se detallan prácticas que van desde las copias ilegales de software, películas o música, hasta la introducción de cámaras en teatros o fotocopias de libros en las universidades. Lo interesante es que ahí se menciona la "tolerancia" que las autoridades mexicanas muestran ante sitios en los que se ejerce la venta de productos piratas, que son bien conocidos, y ante lo cual no se hace nada. Desde luego la lista de afectaciones a la industra discográfica, cinematográfica, editorial, de juegos, de software y muchas otras es enorme. Pérdidas millonarias y empleos perdidos. Sólo por mencionar un caso concreto: una fuente sumamente confiable me contó que mientras hace algunos años Sony Music tenía grandes oficinas en México, hacía enormes inversiones de promoción de sus artistas y generaba una gran cantidad de empleos directos e indirectos, hoy en día la oficina en nuestro país cuenta con 20 personas que están a punto de perder su trabajo o reubicarse, ya que antes de que acabe el primer semestre de 2010 Sony Music México cerrará sus puertas y los artistas que queden serán manejados remotamente desde los Estados Unidos.

Si bien lo que hasta ahora te he platicado, querido lector, no es nada nuevo y se parece a todos los relatos que ya has escuchado sobre la piratería, habrá que reflexionar desde el otro lado de la moneda, desde otra perspectiva:

Y es que pareciera que todas las leyes que se empiezan a aplicar en el mundo, y las que están por aplicarse, están sancionado con un rigor impresionante las copias o "bajadas" ilegales de contenidos que se hacen por internet o por cualquier otro medio. La situación es tan fuerte que cualquiera de nsostros, usuarios de la tecnología, somos delincuentes en potencia. Si observamos las advertencias legales que aparecen al inicio de una película, especialmente la de aquéllas producidas y distribuidas hace un lustro y más atrás, decían algo así como "prohibida su exhibición o reproducción parcial o total con fines de lucro". Esto dejaba abierta la posibilidad a copiar o exhibir el material libremente si no había lucro en ello. La ambigüedad de la ley nos permitía, por ejemplo, recomendarle a alguien una película que considerábamos buena y hasta podíamos regalarle una copia para que la disfrutara. Cuántos de nosotros no hicimos en nuestra juventud recopilaciones de música en un cassette (¡Uuuy! ¿Se acuerdan de los cassettes?) con fines de amistad o romance: A mi esposa, en los tiempos de noviazgo, le grababa cassetes con "lo mejor del New Age" por ejemplo. Buscaba con ello darle un sentido emocional al obsequio mediante la integración de la música de diferentes compositores. Esto me daba muchas satisfacciones y la verdad nunca me consideré un delincuente digno de cadena perpetua o merecedor de multas millonarias.

Finalmente el acto de piratería es considerado como tal porque alguien dijo que eso era piratería. Si no me he explicado lo suficiente va de otro modo: Si un día algún grupo de legisladores decide que el acto de silbar o tararear una canción en la ducha, sin pagar regalías, es piratería... ya estuvo que me fuí al "bote". Y es que nadie pone en duda que los autores, compositores, intérpretes y demás creativos que intervienen en una obra merecen el pago por sus creaciones. Lo que parece que anda desfasada es la protección, primero, a las casas editoriales, a las disqueras, a las compañías cinematográficas, antes que al autor. Sólo observemos lo que pasa en México: Un sindicato de músicos con dirigencias amañadas y opacidad en el manejo de los dineros; una Sociedad de Autores y Compositores de México con un presidente vitalicio (Roberto Cantoral) y millonario, quien curiosamente es reelecto y reelecto "democráticamente" desde hace algunas décadas y ahora prepara a su sucesor, heredero (Armando Manzanero) cual hermanitos Castro (no los cantantes, sino Fidel y Raúl, los de Cuba) ya preparan la sucesión del trono. Por el lado editorial las cosas no andan mejor: casas editoriales que pagan al autor sólo el 20% (si bien le va) de las ventas de su libro, las cuales por cierto no son reportadas, es decir, el autor no sabe cuántos de sus libros fueron vendidos y no le queda otra más que ejercer el acto de fe y creerle a la editorial que ese pago corresponde a su porcentaje. Tampoco es desconocido que la radio, en muchos casos, se cierra a autores y artistas independientes y, gracias a la "payola" (dícese del pago "por debajo del agua" que hace una disquera para que la estación toque frecuentemente las canciones de un artista, quesque porque el público lo pide. Es una popularidad artificial. Corrupción para acabar pronto) mantiene en el oído del público sólo a ciertos intérpretes y grupos. Y del cine, ni hablar. Ya sabemos cómo le va a las películas independientes o simplemente a las mexicanas cuando se enfrentan a un gran lanzamiento de "Jóligud". Ni hablar de los intérpretes, como los de doblaje por ejemplo, quienes tienen que firmar un documento, enviado directamente por las compañías estadounidenses, en el cual renuncian a cualquier regalía por el uso de su voz en una película difundida en el mercado hispanoparlante. Los Simpson por ejemplo, ganan millones en Latinoamérica y los actores del doblaje sólo cobraron sus menos de $10 mil pesos por capítulo sólo una vez.

Son muchos los casos de grupos o compositores independientes que hace algunos años, al no encontrar espacios en la radio o en las disqueras, se han lanzado a grabar en algún estudio y han metido su material en los negocios que venden piratería con tal de que empiecen a "sonar" y se hagan conocidos. Otros han buscado caminos más estructurados y dentro de un marco legal nuevo y que abre muchas posibilidades: las licencias "Creative Commons". El Wikipedia se dice que "Creative Commons es una organización no gubernamental sin ánimo de lucro que desarrolla planes para ayudar a reducir las barreras legales de la creatividad, por medio de nueva legislación y nuevas tecnologías. Fue fundada por Lawrence Lessig, profesor de derecho en la Universidad de Stanford y especialista en ciberderecho, que la presidió hasta marzo de 2008" (http://es.wikipedia.org/wiki/Creative_Commons). Lo interesante es que el autor puede generar sus propias licencias en las que, por ejemplo, puede dar permiso a los usuarios a bajar su música, quemar un CD, difundirla, sincronizarla con otros medios, compartirla, etc., siempre y cuando se cite al autor y no se modifique la obra. Estas nuevas formas de difundir material creativo nos hacen pensar que la forma de hacer negocio con este tipo de material está cambiando y los viejos esquemas tendrán que modificarse por más leyes que se hagan. Es como si en el año 1900 los fabricantes de carretas jaladas por caballos, al ver que entraban a México los nuevos automóviles Ford movidos por un motor de combustión interna, hubiesen lanzado una ley que prohibiera la entrada de estos nuevos vehículos. No, más bien tuvieron de tres sopas a elegir: cambiar de giro, ponerse a estudiar mecánica, o quedarse con su negocio en decadencia y morirse de hambre.

Los artistas con mente abierta, en el ámbito musical, están entendiendo que el negocio de aquí en adelante no será la venta de los discos, sino las ganancias que generen las presentaciones en vivo, los conciertos. Ahora tendrán que trabajar más. Ya no podremos ver intérpretes multimillonarios que se daban el lujo de dejar de trabajar tres años y sólo aparecer para cobrar sus cheques. Ahora tendrán que ser más competitivos, menos monopólicos, con más apariciones en público, reinventándose constantemente. La competencia en los negocios, en las profesiones, ahora es más intensa. ¿Qué nos hace pensar que algunos sectores están exentos de esta competencia? Esto lo han entendido perfectamente grupos como U2 o Coldplay, quienes han subido sus canciones a sus páginas en internet para que sus fans puedan obtenerlas en forma gratuita. También han difundido sus conciertos en vivo, vía TV Internet, para que su público los vea sin pagar un centavo.

Finalmente, me parece que en vez de que las leyes mexicanas, en concordancia con algunos acuerdos internacionales, pretendan criminalizar al usuario común de las tecnologías (hay casos que ya están en la cárcel), deberíamos revisar el por qué las autoridades se hacen "ojo de hormiga" con las bandas delincuenciales que a plena luz del día, y en lugares conocidos, venden piratería en forma industrial sin que nadie les haga nada. La Ley debería revisar también los contratos leoninos que firman las grandes corporaciones con los autores de las obras quienes, en casi todos los casos, firman su propia desventaja y desprotección.

En México viene una nueva Ley en este sentido y la discusión sigue en lo obscurito. Sólo algunos han tratado de revelar qué es lo que contiene. Si quieres saber más sobre esto visita el artículo de un buen amigo: http://criticapura.com/acta-en-mexico/2010/01/

Los ususarios no somos criminales por querer la obra de un autor. Los autores lo saben y sólo esperan un pago justo. La nueva ley tiene como bandera el Derecho de Autor y finalmente parece que es el que menos importa. Aunque no quieran, las sociedades están buscando nuevas formas de acercarse a las obras de los creativos, también nuevas formas de negocio en las que se gane en un esquema más justo... ¿y saben qué? Las van a encontrar aunque algunos no quieran. Finalmente ¿Quién realmente es el pirata aquí?

Cualquier duda, comentario o si te quieres piratear este artículo, avísame: emilio@epiproducciones.com

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