No es desconocido por nadie que la primera sorpresa con la que se topa un nuevo gobernante es el saqueo y despilfarro de su antecesor. Sin embargo, pareciera que este vicio va aparejado con otro: la poca exigencia que como ciudadanos ejercemos sobre la autoridad para exigirle cuentas.
Hoy, que estrenamos una flamante democracia, que vivimos los tiempos del cambio, que los otrora opositores ahora tienen el poder en sus manos, pareciera que el pasado vuelve como santo salvador de las ineficiencias del gobernante en activo. Me explico con frases célebres pero poco creativas:
¿Corrupción? "Herencia de regímenes anteriores"
¿Lentitud e ineficiencia en los trámites? "Herencia de regímenes anteriores"
¿Leyes mal diseñadas? "Herencia de regímenes anteriores"
¿Pésimas políticas económicas? "Herencia de regímenes anteriores"
¿Rezago en viviendas o en empleos? "Herencia de regímenes anteriores"
Y así podría seguirme ad infinitum.
Sin embargo, si nos ponemos a reflexionar, el partido que encabeza al Gobierno Federal ya lleva casi dos años en el poder, y peor aún, el partido que ganó el Gobierno del Distrito Federal cumplirá ya 5 años conduciendo la capital. Sin embargo aún escuchamos las frases invocadoras de tiempos idos para justificar la falta de resultados en políticas públicas estratégicas. Y no es que niegue el deterioro que en muchos ámbitos legaron los pricolores, pero ya es importante, por el bien de todos, mirar más para adelante y plantear ya, ya, ya, políticas que realmente nos saquen del bache.
Es real que existe por lo menos una generación de mexicanos que, desde que nacimos, y hasta nuestros días, no hemos visto otra cosa que crisis recurrente e inagotable de nuestro país. Pero también es real que los partidos políticos no han hecho otra cosa que pelearse por cuestiones que lesionan sus intereses de grupo y dejan a la saga los temas trascendentales del país.
¿Cómo ahuyentar el fantasma del pasado y lograr mayor claridad para el futuro? Bueno, en primera no ver el pasado como depositario de todas las culpas y sí como el acervo de información negada así como la posibilidad de que, quienes han vivido impunes, paguen. Que hagamos leyes retroactivas sin que prescriban para funcionarios públicos que hayan permitido obras y servicios sin calidad; para quienes hayan permitido asentamientos irregulares, a cambio de dádivas, en zonas de riesgo; a gobernantes que hayan endeudado a las comunidades innecesariamente o que nunca hayan justificado el destino de esos recursos. También se puede lograr eliminando el fuero para legisladores y funcionarios, ya que permite la impunidad y el cinismo ante la imposibilidad de que se ejerza la ley sobre ellos. Buscando asimismo el acceso real, del de a deveras, a la información gubernamental para saber cómo se están usando nuestros impuestos tan altaneramente exigidos y tan tristemente pagados. Pero sobre todo con la conciencia y participación cada vez más activa de los ciudadanos. Sólo en nosotros y no en los gobernantes estará la posibilidad de cambiar realmente el rumbo.
Quitémonos ya esa manía muy nacional de echarle la culpa a otros de nuestras desgracias. Dejemos de ver la piedra que nos desvió el camino, vamos a agarrar fuerte el volante y vamos a componer el rumbo. El partido que duró en el poder más de 70 años, hoy en día aparece como el angelito salvador de quienes no pueden con el cargo y definitivamente resultan ineficientes. Cuidado señores del gobierno, porque durante el día acusan a sus demonios y en la noche les agradecen y hasta les rezan. Ojo, mucho ojo...
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