martes, 16 de enero de 2007

HACER RADIO (Publicado en Ago 2004)

Siempre me ha gustado la expresión “Hacer Radio” porque implica una especie de alquimia o magia alrededor del oficio de la Radiodifusión. Si me preguntaran a qué me dedico y me he dedicado los últimos años, yo con gusto y orgullo diría que “hago radio”. Y es que hay una gran diferencia entre “trabajar en la radio” y “hacer radio”. Lo primeo tiene una implicación netamente laboral; la frialdad de desempeñar una actividad y recibir una remuneración económica por ello. Mientras que lo segundo ya se refiere a un oficio, a la pasión por hacer lo que nos gusta y seguir renovándonos en ello; significa que lo hacemos por la inevitable necesidad de comunicar, de mostrar, de denunciar, de innovar y de recibir a cambio la satisfacción de la misión cumplida.

La sensación de estar dentro de una cabina y frente al micrófono en un principio es intimidante, pero apenas uno ha superado el pánico escénico inicia la adicción. Creo que es por esta razón que muchos jóvenes hoy en día buscan la posibilidad de tener su propio programa de radio o participar en uno. Sin embargo, hay una gran distancia entre la verdadera radio y la actividad de hablar sin sentido, con altisonancias o haciendo a los demás padecer el ridículo. Muchos chavos de los medios tienen en su acervo lingüístico 50 palabras y con ello dibujan el mundo.

El oficio de hacer radio implica una gran preparación ¡vaya frase común y manoseada hasta el cansancio!. No obstante es verdad. Alguna vez preguntaba yo a mis alumnos de la materia de Radio cuál era el lienzo del comunicador radiofónico. Imaginen ustedes los rostros de signo de interrogación en ellos. Y yo seguía explicando que el pintor usa como lienzo un trozo de tela o papel. ¿Cuál sería el lienzo para el comunicador de la radio?. Bueno pues yo planteaba que era precisamente la mezcla entre el sonido y el tiempo lo que establece nuestro lienzo en el cual plasmaremos una gran obra. Los pinceles son las palabras y habrá que ejecutar las técnicas con maestría; pero nuestra gran paleta de colores la conforman las ideas.

Estos dos elementos, las ideas y las palabras, se alimentan de la experiencia del conocimiento. No puede llegar a nosotros una idea innovadora o un lenguaje claro sin haber antes un proceso de preparación. Por ello siempre he recomendado que los comunicadores, y especialmente los que hacemos radio, nunca dejemos de leer, estudiar y enterarnos de cualquier tema que se nos atraviese. No podemos darnos el gran lujo, sin pagar el precio, de andar en la vida siendo ignorantes voluntarios. Esa gente que prefiere no conocer y hablar sólo con los referentes que su imaginación o conclusiones domingueras les aportan, pueden manifestar hasta con orgullo: “esos temas me dan flojera” (por no emplear el femenino de huevo), “eso es aburrido”, “es demasiado complicado”, “eso no es cool”.

Por ello, estimado y paciente lector, deseo reflexionar sobre lo que implica hacer radio para quienes queremos estar en el medio o para quienes ya estamos y deseamos trascender. En primer lugar permíteme sugerirte un ejercicio interesante: procura hablar con gente que no corresponde a tu círculo cotidiano, es decir, platica con un médico, abogado, científico, deportista, músico, etcétera y haz el intento de mantener una conversación en el ámbito profesional de esa persona; o sea, habla de medicina, de derecho, de ciencia, de arte. Así podremos medir nuestra cultura general y enriquecerla. Esto nos servirá para nuestro oficio radiofónico ya que nuestra visión será mucho más amplia para abordar los temas y contenidos de las emisiones.

También es muy recomendable que permanezcamos en constante lectura. Esto es vital para potenciar nuestro lenguaje y nuestra forma de estructurar ideas. Cualquier lectura es útil: la novela, poesía, crónica, notas periodísticas, discursos políticos, humor, caló, manuales técnicos, opinión, ensayo. No importa qué leamos siempre y cuando leamos. Generemos un análisis sobre lo que entendimos de nuestra lectura y ejerzamos opinión sobre la misma.

Finalmente aconsejo nunca cerrar las puertas de nuestra mente a las nuevas ideas, a las que nos confrontan, a la que nos deleitan, a las que nos asustan, a las que nos molestan y a las que nos dan la razón. Es muy saludable mirar desde la perspectiva del otro y concederle la posibilidad de que tenga razón. No hablemos sin fundamentos, no nos opongamos o apoyemos aquello que desconocemos. Si piensas que la religión es absurda, para que tu opinión tenga validez, empieza por leerte la Biblia. Si consideras a la Comedia Musical una cursilería, comienza por “chutarte” Los Miserables o José el Soñador. Con esto quiero expresar que es importante tener acercamientos con las ideas sobre las que vamos a ejercer alguna opinión favorable o adversa. Hablar de lo que no conocemos es peligroso, y aunque seamos buenos “rolleros”, nuestra farsa caerá y se romperá en mil pedazos estrepitosamente en público.

Así, amigo lector, deseo con esto compartir algunas ideas sobre el oficio de hacer radio. No importa si somos o seremos presentadores de música, lectores de noticias, entrevistadores, moderadores de debates, etc. A lo que hagamos vale la pena imprimirle pasión y dedicarle un tiempo precioso para enriquecerlo. Que al final de cuentas los principales beneficiados serán nuestros escuchas y nosotros mismos.

Cualquier comentario, duda, reclamo o corrección a la presente columna envíenmelo a epiprod@yahoo.com

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